domingo, 1 de agosto de 2010

Oporto

Comienzo con Oporto porque, en mi opinión, es una oportunidad de conocer una ciudad preciosa por muy poco dinero. Este viaje lo hicimos Unk Nown y yo (Unk Schwartz), hace un par de años, en Nochevieja de 2008, y gastamos aproximadamente unos 130 euros cada uno, contando con todos los gastos.
Calles de Oporto
Encontramos una oferta buenísima de vuelos con Ryanair (si no recuerdo mal): Valencia-Madrid/Madrid-Oporto para ir por tan sólo 10 euros. La vuelta, por cuestión de horarios, sólo pudimos encontrar Oporto-Madrid, por 5 euros, y de Madrid a Valencia lo hicimos en autobús, que con Alsa nos salía como por 30 euros o así. Este autobús fue lo que más subió el precio del viaje. Si buscáis con tiempo, los vuelos a cualquier lugar cercano desde Madrid son muy baratos y, en ocasiones, vale más la pena coger dos vuelos a coger un tren o un autobús.
Al llegar a Oporto, teníamos algo de miedo, pues ni hablábamos, ni entendíamos portugués y, además, no teníamos ni idea de la ciudad. Por suerte, en el mostrador de información del aeropuerto, una mujer muy amable nos explicó que había un autobús que iba directo a la zona donde teníamos el hotel. Los precios de los autobuses del aeropuerto al centro son extraordinariamente bajos. Dependiendo de la situación, los precios están entre 1 euro y 2,50. El Aerobus (2,50) y los autobuses 56 y 87, que hacen una ruta similar (1 euro), son los que llevan al centro. También hay metro, que nosotros utilizamos a la vuelta. Para el aeropuerto se deben cruzar 4 zonas y el billete cuesta 1,40. Es la línea E (morada). Pero bueno, yo siempre recomiendo el autobús, que además de ser más barato, puedes ir admirando el paisaje, que precisamente en Oporto, es muy gratificante.
El hotel que nosotros escogimos fue el Malaposta, situado en la Rua da Conceição nº 80. Es un hotel muy céntrico, muy barato (creo recordar que nos costó cerca de 15 euros a cada uno), en régimen de alojamiento-desayuno, con un desayuno buffet libre excelente, muy cómodo, y, una de las cosas más importantes para nosotros a la vez que muy divertida, fue la televisión. Pasamos buenos ratos mirando al “Patinho Feio” y a “Mingrinha”, con los buitres que cantaban “vamos en grupo estamos siempre xuntos” (siento mi perceptible bajo nivel de portugués).







El caso es que cuando dejamos las cosas en el hotel, entre el cambio de hora y el viaje, teníamos muchísima hambre. Recorrimos unas cuantas callejuelas en busca de algo de comer, pero era bastante tarde y pocos sitios estaban abiertos. Encontramos el mejor sitio que podríamos haber encontrado: El Grémio dos Leitões. Era un restaurante en el que no habríamos entrado si no hubiéramos estado muertos de hambre, pues parecía ser muy caro. Como era nuestra única opción y el lechón dibujado sobre la puerta nos invitaba a entrar (al estilo corderito incitando a Lisa Simpson para que coma carne), entramos. Nos sorprendió mucho el lugar, decorado hasta el más mínimo detalle, todo lleno de lechones, incluso los platos (podéis comprobarlo en las imágenes).

Francesinha
Vino Poços

Pero lo que más nos sorprendió fue el precio de la comida. Por el precio de un menú en Valencia, en cualquier bar, allí podíamos comer en un restaurante y una comida de mucha más calidad. Aquí os dejo también la dirección del restaurante: Rua Mouzinho Silveira 10. En ese momento, yo probé la Francesinha, que es el mejor plato que he probado en toda mi vida, antes y después de esta experiencia. Aquí os dejo la receta, para los que se atrevan: http://www.tipete.com/userpost/cocina-y-recetas/receta-de-francesinha  Es muy típico de Oporto y lo podéis comer en muchos bares y restaurantes, pero yo os recomendaría ir a este, porque nuestra experiencia fue genial. Además, la atención del personal es extraordinaria y los vinos fantásticos. Nosotros probamos el Poços, como podéis ver en la imagen. No era un vino muy caro y tenía un efecto muy gracioso, por decirlo de alguna manera. Los postres en este restaurante también nos gustaron mucho, sobre todo los que tenían queso, pues son sus especialidades.

Después del vinito y la copiosa comida, fuimos a visitar la Iglesia de San Francisco, que se encuentra justo enfrente, de la que os dejo esta página en la que se explica muy bien la historia y el contenido, para quien le interese: http://www.guiadeoporto.com/iglesiadesanfrancisco.htm

La verdad, nosotros íbamos un poco demasiado contentos como para apreciar la importancia de este lugar y nos distrajimos mirando los esqueletos bajo la iglesia. Después, buscando aire fresco, recorrimos la ribera del Duero hasta el puente Dom Luis, pasando por la Praça da Ribeira, que, personalmente, fue lo que más me gustó de Oporto, con su ropa tendidita en los balcones y sus señoras saliendo a los patios.

Praça da Ribeira

En esta zona “conocimos” a Víctor, un punk-malabarista que nos invitó a uno de sus espectáculos de la noche siguiente, Nochevieja. Y cuando pongo conocimos entre comillas es porque ya lo conocíamos, era de Valencia y lo habíamos visto hacer uno de sus números de fuego en el barrio del Carmen.

Cogimos un funicular para subir a la parte alta de la ciudad, que os diré que es totalmente innecesario, pues no es mucho recorrido y se paga un billete completo de metro para una sola parada.

Sandeman

Tras parar en el hotel a descansar durante un tiempo, salimos de nuevo a visitar Oporto de noche. Descubrimos a Sandeman, un señor muy parecido al Zorro, que representa a una empresa especializada en vinos de Oporto, cuya silueta estaba por todas partes.

Reponiendo fuerzas

Fuimos a un bar tipo Hawaika (que es una cadena de bares de cocktails que está en Valencia y no sé si en alguna ciudad más). Estaba un poco retirado, así que fuimos hacia el centro, a un bar encantador, donde hacían pequeños conciertos, con exposiciones de fotografía en las paredes, muy económico y con un chocolate caliente buenísimo. El problema es que no consigo recordar el nombre. Si lo consigo lo añadiré. De todas formas, los cafés, bares y pubs de Oporto no son muy caros y se está muy bien dentro.

Por lo que a mí me pareció, es una ciudad muy tranquila, se puede salir de noche sin preocupaciones.

Barco rebelo, típico de Oporto

Nuestro segundo día en Oporto fue bastante entretenido. Era el último día del año y parecía no tener ningún efecto en la ciudad. Todo estuvo abierto hasta tarde. Por la mañana fuimos a conocer un poco la cultura portuense en un pequeño museo, situado en la ribera del río, junto al museo del vino. En la imagen podéis ver una maqueta de un barco de madera. Es el típico barco portuense y nos explicaron cómo se hacía. Es algo muy interesante y que yo recomendaría ver si visitáis Oporto.

Tranvía antiguo

En esta zona podréis ver el antiguo tranvía, todavía en funcionamiento.

Pasamos también por los Jardines del Palacio de Cristal, pero íbamos un poco ajustados de tiempo y no entramos. Esto fue lo más cerca que estuvimos:

Jardines del Palacio de Cristal

También vimos la Torre de los Clérigos, que considero espectacular, cerca de la Iglesia de las Carmelitas. Esta zona es, en mi opinión, la más encantadora, con sus callejones, sus cuestas y sus aromas a buena comida y buen vino.

Ese día volvimos a comer al Grémio dos Leitões, imaginad si nos gustó. Repetimos con la francesinha, pero esta vez con huevo. Dicen que cuando visitas un lugar nuevo con una cultura diferente, tienes que probar cosas nuevas, pero era inevitable el tema de la francesinha.

Puente de Dom Luis

Volvimos al puente de Dom Lius, pero en esta ocasión lo cruzamos para ir a Vila Nova de Gaia, que es la pequeña ciudad que hay al otro lado del Duero. Están prácticamente juntas. Los puentes están muy separados y cuando nos dimos cuenta, estábamos muy lejos de ambos puentes y muy cansados. Esta vez cogimos un taxi. No recuerdo muy bien las tarifas, pero se muestran en el interior del taxi y no son muy elevadas. Creo recordar que si llevas equipaje te cobran una tasa extra o algo así, como de 1,50 aproximadamente. Pero bueno, la ciudad no es muy grande y no se llega a pagar una cantidad muy elevada para cruzarla.

Vino y Batida de Coco

Descansamos en el hotel sin darnos cuenta de que era Nochevieja y debíamos comprar algo de bebida para la noche, para celebrar el fin de año a la manera portuense. No, no toman las uvas, descorchan juntos una botella y beben en la calle. Son más sencillos. Fuimos a una pequeña bodega en la que compramos un vinito de Oporto y una botella enorme de Batida de coco. Si compráis alcohol aquí y no estáis acostumbrados a beberlo, debéis ir con cuidado, pues la graduación de las bebidas en Oporto es considerablemente elevada. Creo recordar que ambas rondaban el 17% de alcohol.

Después de esto, salimos a cenar a la ribera. Era un pub de estilo irlandés, junto a la Praça da Ribeira, en la Rua da Fonte Taurina. Además de camareros simpatiquísimos con acento portugués y guapísimos, pudimos probar la cerveza más famosa en Oporto, la Super Bock.  Cenamos una especie de pizza de bacon enrollada con pimienta, era un aperitivo muy extraño, pero también muy bueno. Hacían platos calientes y sándwiches sobre ser un pub. Allí vimos un rato la celebración en la televisión. En España ya se había celebrado el fin de año, pero a nosotros aún nos quedaba una hora. Nos dirigimos hacia una calle un poco más grande, donde había más gente, que se llamaba Rua do Infante Dom Enrique. Allí, a las 12 en punto, la multitud comenzó a descorchar sus botellas con el comienzo de un gran castillo de fuegos artificiales.

Tras esta celebración, bajamos de nuevo a la Praça da Ribeira, en la que habían montado una discomóvil con música de todo tipo (en especial hago mención a “l’ombelico del mondo”, con la que bailamos hasta la muerte de nuestros pies). Encontramos allí a Víctor, el malabarista, con una amiga muy interesante, por decirlo de alguna manera. La gente de Oporto es muy abierta y sobre todo este tipo de gente, por la que nosotros tenemos predilección. Estuvimos con ellos el resto de la noche. Hicieron un espectáculo con fuego, compartimos nuestras bebidas y subimos a una callecita en la que había un pub heavy en el que no llegamos a entrar, pues la gente que había fuera era más interesante y nos estancamos en la callejuela hablando con ellos. La calle tenía una cuesta muy resbaladiza y aquellas personas no tardaron en utilizarla como tobogán para llegar a la plaza. Como buenos turistas, nosotros lo hicimos también, ya sabéis: “a donde fueres, haz lo que vieres”.

Cafetería del hotel Malaposta

Volvimos al hotel y descansamos las horas que nos quedaban. El delicioso desayuno-buffet libre nos salvó la vida a la mañana siguiente. Volvimos al aeropuerto, a Madrid y esperamos todo el día de año nuevo a nuestro autobús nocturno que nos condujo a Valencia.

 Espero que si tenéis idea de hacer un viajecito a Oporto o al leer esto os animéis a hacerlo, esta información os sirva de ayuda o que os interese para vuestro propio viaje. No es información exacta, pero muchas veces la experiencia de otras personas nos puede ayudar en nuestra propia experiencia. 


Unk Schwartz